Natividad Cantero, la exmujer de un banquero del BBVA, se sentará hoy en el banquillo acusada de matar a su expareja de varios disparos. Tras el crimen hay una historia de disputas por celos y dinero, que acabó con la muerte de Andrés Toro supuestamente a manos de la mujer con la que había compartido matrimonio durante años y con la que había tenido dos hijos. La Fiscalía le reclama 25 años y medio de prisión por varios delitos, entre ellos, el de asesinato.
Los hechos ocurrieron el 15 de junio de 2008 en el chalet que el fallecido tenía en la urbanización La Juliana. Aquel día, la acusada supuestamente se desplazó hasta la vivienda de la víctima "provista de una pistola de 9 milímetros y cartuchos" que le había regalado un tío suyo años antes, según relata el fiscal en su escrito de acusación. La mujer, que sabía que Andrés estaba en casa porque aguardaba a que llegara su hijo, entró en la vivienda "utilizando su llave". Luego se dirigió hacia la parte trasera, ya que conocía a través de su hijo que su expareja dejaba abierta la puerta de atrás cuando estaba en casa.
Fue entonces cuando se introdujo en el salón y, "con ánimo de darle muerte y aprovechando la indefensión del mismo, efectuó un disparo a Andrés", que hizo que se cayera al suelo. La acusada supuestamente realizó entonces "un segundo disparo", ya que la víctima estaba con el cuerpo semiincorporado. "Ninguna de las lesiones era de las causan el fallecimiento de forma inmediata", afirma el fiscal, por lo que si un médico hubiera intervenido, Andrés podría haber salvado la vida, pero murió desangrado.
El fiscal continúa su relato afirmando que la acusada se marchó del lugar, tras "indagar los documentos y fotos que tenía Andrés en su despacho", llevándose antes el móvil de él "con la intención de ver las llamadas y los mensajes que pudieran tener relación con otras mujeres". Asimismo, también se llevó "los dos casquillos y un proyectil", pero se olvidó uno bajo el sofá.
Para el Ministerio Público lo que motivó el asesinato fue el hecho de que días antes la acusada supo que Andrés quería vender el chalet. "Como ella no estaba de acuerdo, el día 10 de junio le llamó por teléfono diciéndole que le iba a matar si no cambiaba la titularidad del chalet y lo ponía a nombre de sus hijos", a lo que la víctima se negó.
Sin embargo, esta no fue la única discusión entre la pareja, ya que ella desde que se divorciaron insistía en que la vivienda se pusiera a nombre de sus hijos. El fiscal afirma que ya le había amenazado de muerte varias veces, incluso había asegurado que "si encontrase a alguien para matarlo lo haría".
Las discusiones también eran por celos, ya que ella sospechaba que él estaba con otra mujer, llegando incluso a entrar en una ocasión en la vivienda de Andrés para robarle unas cartas de amor.
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