"No estuve allí. No he disparado a nadie y menos a mi marido. Estoy cansada de decir lo mismo. Es el padre de mis hijos y no les voy hacer daño a mis hijos porque adoraban a su padre. Ojalá me hubiese muerto yo". Con estas palabras y a voz en grito Natividad Cantero defendió ayer su inocencia presa de un ataque de nervios ante la insistente pregunta del fiscal de si disparó a su exmarido. La mujer insistió en que el día del crimen estuvo en casa con su hijo, quien confirmó su coartada.
Andrés Toro perdió la vida el 15 de junio de 2008 en su chalet de la urbanización de La Juliana, en Bollullos de la Mitación. El fiscal cree que fue su mujer la que le disparó dos tiros por celos y por motivos económicos al no querer que vendiera la vivienda, sino que lo pusiera a nombre de los dos hijos del matrimonio. Natividad, que se enfrenta a una pena de 29 años de prisión, negó ayer "rotundamente" que ella le disparara a su exmarido. "No tengo nada que ver con su muerte. Tengo mi conciencia muy tranquila y muy limpia, como mis manos", dijo la acusada, que se pasó gran parte del juicio llorando, hasta el extremo de que hubo que detener su declaración para que se recuperara.
Ella aseguró que a la hora del crimen, entre las 14.00 y las 16.00 horas, estaba en su casa con su hijo hasta que se fue al hospital a ver a su madre que estaba ingresada. El joven lo corroboró y explicó que ese día llamó a su padre sobre las 15.00 horas y ya no lo cogía. La procesada también negó que tuviera un arma, asegurando que era a su marido al que le gustaban, pues practicaba tiro olímpico y caza. De hecho, dijo que los casquillos que la Guardia Civil encontró en su casa "serían de él, pero no sabía ni que estaban allí". También negó que ella tuviera celos porque su exmarido había iniciado una relación con otra chica y dijo que nunca le robó cartas de amor, "eran unas anotaciones que encontré en una libreta personal mía". "Es un interés económico y para que la imagen de Andrés no se deteriore", dijo sobre el hecho de que los hermanos de la víctima le acusen de su asesinato.
En cambio, el hermano de Natividad y su cuñada aseguraron que un tío de ella "le regaló un arma" hace unos 20 años y que en una ocasión le oyeron decir que "si encontrara a alguien que lo matara, lo haría", dos acusaciones que una tía de Natividad negó. "Es mentira, le tienen envidia y van a por ella". La defensa también desprestigió este testimonio, pues se lo contaron a la Guardia Civil "un año y cinco meses después del crimen, justo cuando supieron que no les correspondía la herencia que ellos creían", dijo el abogado de Natividad, Manuel Castaño. La cuñada, en cambio, sostuvo que lo hizo después de que su suegra le confesara que Natividad había matado a Andrés. Ésta le pidió que no lo contara, por eso ella no lo relató hasta que la madre de la procesada murió.
"Si dudara de mi madre, la habría denunciado"
La hija de Natividad tampoco pudo ayer aguantar las lágrimas. La joven se derrumbó en varias ocasiones a lo largo del extenso interrogatorio. La chica lloraba cada vez que hablaba de su padre y cuando recordaba el día que le dijeron que había fallecido. "Lo adorábamos, yo tenía pasión por mi padre", dijo. Ni ella ni su hermano ejercen la acusación particular contra su madre -son los hermanos de la víctima- porque están convencidos de que ella no es la responsable del crimen. "Si en algún momento hubiera dudado de mi madre... El que está muerto es mi padre y yo lo quiero con toda mi alma. Lo que quiero es saber quién lo ha matado. Si yo dudara, hubiera ido a denunciar a mi madre yo misma, se lo juro por mis dos niños", aseguró la joven con la voz entrecortada y sin parar de llorar. La hija de la acusada indicó ante el jurado que "nunca" le vio a su madre una pistola en la casa, ni tampoco munición. "si había debía ser de mi padre que le gustaba el tiro olímpico", señaló corroborando así el testimonio de su madre. Sobre la supuesta carta de amor, que la acusada le reveló y por lo que le reclaman tres años de prisión por revelación de secreto, la joven también dijo que se trataba de "una anotación en una libreta personal de mi madre. No era una carta de amor". Por último, la joven añadió que lo que ella y su hermano, menor cuando ocurrió el crimen, "sentíamos por mi padre, el respeto que le teníamos, eso nos lo inculcó mi madre". Por otro lado, la presidenta del tribunal ordenó que un forense determine si un testigo, impedido por un infarto cerebral, pude declarar, ya que es el que supuestamente le dio el arma a la acusada.
El juicio continúa hoy con declaraciones de más testigos y los agentes que llevaron el caso.
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